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Número
166 de Junio de 2003
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Los
asesinatos de mujeres en Juárez: una muestra del
carácter de clase de la justicia
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A últimas fechas, el caso de los asesinatos
y desapariciones de mujeres en Ciudad Juárez y en el pasado
inmediato en otras partes de la frontera como Nogales, Sonora-,
han tomado la atención de la opinión pública.
Grupos independientes de mujeres han estado denunciando desde
hace años este feminicio, pero es hasta cuando alcanza
proporciones gigantescas y cuando incluso la opinión internacional
cuestiona, cuando el gobierno se empieza a mover, aunque sea sólo
para rebuznar. Pero primero veamos los hechos.
· El registro de las primeras desapariciones de mujeres
en Ciudad Juárez, Chihuahua. con las mismas características
se remonta a 1993.
· Hasta la fecha se calcula que el número de mujeres
asesinadas llega a 300. En este dato decimos “se calcula”
porque como es costumbre, el gobierno reconoce unas 93. Nosotros
nos basamos en las cifras de las activistas y organizaciones independientes.
· Se estima que las desapariciones casi llegan a 500.
· La mayoría de las mujeres son obreras de maquiladoras,
empleadas y otras estudiantes. No hay ninguna de extracción
burguesa o propiamente pequeño burguesa.
· Por lo menos 90 cuerpos han sido encontrados en el desierto.
· Muchas de ellas fueron violadas, torturadas y mutiladas
antes de asesinarlas. Algunas presentan tiro de gracia.
· La edad promedio oscila entre los 16 años. La
menor fue de 10 años, la mayor una anciana.
· Hasta la fecha se ha sentenciado a una persona por una
muerte, habiéndosele reducido la sentencia de 17 a 10 años
de cárcel (Homicidio simple intencional contra una adolescente).
Hay otras 15 detenidas ¡después de 10 años!
Para la Fiscalía es algo muy natural que sigan dándose
asesinatos si ya detuvieron a los culpables: "El hecho de
que nosotros detengamos a un ladrón de autos o a un narcotraficante
no implica que con eso se vaya a detener el robo de vehículos
y el tráfico de drogas". (Reforma, 16 de abril del
2003).
· Sobre la causas de los asesinatos, las versiones que
se ventilan en la prensa burguesa y entre el pueblo de Chihuahua
son: redes de prostitución, narcosatánicos, venta
de órganos, videos pornográficos donde se asesina
(“snuff”), cacerías humanas por mafias del
extranjero, asesino en serie y sus “imitadores”, etc.
· Los gobiernos se echan la bolita. El gobierno federal
dice que no tiene competencia para atraer el caso, el gobierno
de Chihuahua dice que la efervescencia del caso tiene tintes políticos.
La opinión de la burguesía. Para los ricos, a través
de su gobierno, el caso “no es para tanto”. El gobierno
ha intentado presentar los asesinatos como casos de mujeres de
“doble vida”, que se dedicaban a la prostitución,
pero no hay bases para afirmar eso, sólo el desdén
de la policía y las autoridades por desentenderse del caso.
El gobernador de Chihuahua llegó a afirmar que las víctimas
"no iban precisamente a misa". Es decir, para estos
personeros del foxismo, por ser pobres, trabajadoras eran “malas
mujeres”. De hecho su desprecio se debe a que son mujeres
trabajadoras, mayoritariamente obreras. Como sucede en otras zonas
fronterizas, como Baja California, el gobierno responsabiliza
a los migrantes trabajadores de la problemática social,
afirmando que los problemas vienen de fuera del estado. Lo más
que ha llegado a hacer el gobierno es recurrir a sus héroes
norteamericanos: el FBI. Frente a los familiares de las víctimas
muestra desprecio y apatía, cuando menos, cuando se les
reclama con contundencia se ha llegado hasta la amenaza.
La opinión de la pequeña burguesía. Para
algunos grupos de filántropos, curanderos sociales, intelectuales
y artistas; las muertes se deben al machismo de la sociedad mexicana,
a lo violento de la sociedad, a la pérdida de valores,
se centran en la violencia y el sexo, haciendo cátedra
del degenerado placer de la violación, de cómo utilizan
la violencia para disminuir el complejo de inferioridad, etc.
Recurren a Freud y su “instinto de muerte”; identifican
los móviles de los agresores como el odio, los traumas
y la venganza. Aunque reconocen las causas sociales de los asesinatos,
son pocos quienes encuentran los motivos en el sistema; pero se
tiene que reconocer que sí los hay, entre ellos se encuentran
muchas madres que han perdido a sus hijas.
La posición proletaria. Como es de suponer, no abunda la
información sobre los reclamos de los más explotados
y oprimidos al respecto, pero de entre líneas de la prensa
burguesa se pueden sacar algunos datos. Hay indignación
por los asesinatos y las desapariciones, en general, para las
masas populares no hay “cambio”, como en todos los
demás rubros, y aunque ya no son las desapariciones forzosas
por motivos claramente políticos, sí los hay económicos
y sociales. Las mujeres trabajadoras son una mano de obra que
abunda, se les puede reemplazar sin mayor problema, el ejército
de desocupados puede ocupar las vacantes sin mayor problema. Esta
es una más de las humillaciones que padece la clase obrera,
particularmente el sector femenil. Mucho se habla de las muertes
y se hace escatología del crimen porque alimenta el morbo
de la sociedad capitalista en descomposición, la explotación,
las vejaciones, los maltratos, los despidos, el hostigamiento
sexual en el trabajo, etc.; nada de eso es tan impactante para
la burguesía y la pequeña burguesía, y hasta
hoy, nuestro destino está en sus manos.
La salida a estos cánceres sociales es la eliminación
de las condiciones que lo provocan. En efecto, un trauma puede
degenerar a alguien hasta el punto de cometer una de estas atrocidades,
pero la explicación no se puede encontrar en el individuo
aislado, sino en su relación con el entorno, en su determinación
social (económica y política), en el papel que juega
en la producción, que lo reduce a una pieza en el engranaje
de la máquina. No podemos aspirar a encontrar individuos
sanos en un panorama de explotación y opresión,
y las causas de esta explotación y opresión no son
psicológicas, sino sociales, más exactamente, económicas.
Sólo la superación de estas condiciones puede anular
la gestación de estas perversiones, sólo la lucha
contra el sistema, contra el capital, contra la propiedad privada
puede encaminarnos hacia la liberación como clase y como
género humano. La lucha contra el gobierno y el aparato
judicial que sirve sólo para los ricos es parte de esa
lucha, de la lucha por un mundo nuevo sin explotados ni explotadores.
Los comunistas estamos con las víctimas, debemos acompañarlas
en su dolor y caminar hombro con hombro hacia la destrucción
del sistema capitalista.
Sólo la revolución socialista es cambio.
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