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  Corrupción 
                      y farsa electoral  
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              La 
                situación actual evoca la situación de la antigua 
                Roma, que se resquebraja por dentro y los esclavos modernos son 
                llamados a evocar las épicas batallas de Espartaco, y su 
                ejército de rebelados a derrumbar sus pútridas paredes, 
                ya no hay más camino.
 Vergonzante, esa es la palabra. Vergonzante. El escándalo 
                en el que se han metido los partidos de la burguesía (PRI, 
                PAN y PRD), El Instituto Federal Electoral, la Comisión 
                Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), las empresas y magnates 
                involucrados, la dirección estatal de PEMEX y su sindicato, 
                el poder judicial y todas las instituciones del Estado, relacionadas 
                con los casos del fraude en el financiamiento de la campaña 
                de Fox y Labastida demuestra el grado de degeneración y 
                corrupción en el que está sumergido el régimen 
                político mexicano. Ese es el caldo en el que se cocina 
                toda la política de la burguesía y su sistema electoral, 
                un sistema que a unos meses de realizarse las siguientes elecciones 
                federales, por diputaciones y algunas gubernaturas, se encuentra 
                en el total desprestigio.
 
 La detención, en días anteriores del expresidente 
                de la CNBV, Eduardo Fernández, y el proceso fast track 
                en el que la PGR integra su expediente muestran claramente que 
                la lucha por la contienda electoral en las altas esferas del poder 
                burgués se dirimen con vendettas y amenazas por que no 
                salgan los trapitos al sol de los sonados casos Pemexgate y Los 
                Amigos de Fox.
 
 Cuando la inyección de dinero sucio de procedencia incierta 
                a la campaña de Fox, a través de los Amigos de Fox, 
                fue denunciada por el PRI en 2000, se aceleró la carrera 
                de las condiciones y las extorsiones políticas. Las facciones 
                de la burguesía dentro del Congreso de la Unión, 
                se han encargado de convertir esto en el pan de cada día 
                en la presente administración.
 
 Así, cuando salió a flote el desvío de fondos 
                de la paraestatal PEMEX hacia la campaña de La Bastida, 
                y que involucró al diputado y líder sindical Romero 
                Deschamps, esto apareció como contrapeso y los jaloneos 
                entre los partidos, los dimes y diretes, de cierto modo, se han 
                equilibrado. Estos chantajes han servido para negociar entre las 
                fracciones parlamentarias el impulso de tal o cual reforma, los 
                curules, tapar otros desvíos de fondos, las componendas 
                en el aparato burocrático, o el apoyo o no a algún 
                proyecto federal o estatal. Tal es el caso en que se ha presionado, 
                como medida de chantaje, la salida a la luz de los beneficiados 
                del FOBAPROA (hoy IPAB).
 
 La PGR, por otro lado, se ha manejado en el desatino y el descrédito. 
                La participación del poder judicial no ha dejado de tener 
                un tinte mediatizado por los intereses de las partes en pugna, 
                su jurisdicción, lejos de ser independiente se ha visto 
                manipulada por los intereses que el poder ejecutivo orienta y, 
                por ejemplo, en el caso de Deschamps y de Lino Korrodi (uno de 
                los Amigos de Fox), las pesquisas han tenido una perniciosa demora, 
                o en su caso, un carpetazo real.
 
 Esta guerra de destapes de fraudes y de negociación entre 
                las partes no es ajena a los intereses del PRD. Este se ha cargado 
                de un lado o del otro para hacer avanzar sus propuestas en la 
                política nacional. Desgraciadamente para ellos, la necesidad 
                de mantener el juego de la “alternancia” actual, para 
                la oligarquía financiera, ha sido más fuerte.
 
 Sí, el PRD trae entre manos la necesidad de apuntalarse 
                como otra alternativa en la alternancia en el poder para el 2006, 
                sus amigos sudamericanos Chávez, Lula y Gutiérrez 
                le han proporcionado confianza -véase el cierre actual 
                de las filas perredistas- y no pierde esperanzas. Sigue negociando 
                ese propósito y algunas prebendas mediante la efectividad 
                de su voto para un lado del parlamento o para el otro. Y no sólo 
                eso, sino que el espaldarazo de Carlos Slim al PRD no es gratuito 
                y negociar proyectos -como el segundo piso del viaducto y el periférico- 
                son obligación para un partido que adquiere compromisos 
                con la oligarquía financiera, y Slim es el máximo 
                representante de esta. Por ello los perredistas dicen para un 
                lado y para el otro, una vez son blanquiazules, otra tricolores. 
                Algo ha de salir.
 
 Claro está que el IFE no ha podido sortear el golpeteo 
                a la credibilidad de ésta institución. La maquinaria 
                electoral se fricciona ante las inminentes contradicciones interburguesas 
                y su importancia como arma de enajenación popular por el 
                estado empieza a perder fuerza.
 
 Es obvio, estos instrumentos carecen de legitimidad y moral ante 
                el pueblo. Las campañas de poses y sonrisas en los carteles 
                hacia las elecciones de julio navegan entre el descrédito 
                total. Todo esto mientras la crisis económica avanza, haciendo 
                más grande la brecha entre las promesas de campaña 
                y la situación real de las masas, y por supuesto, de la 
                confianza de estas últimas.
 
 Urge una suplantación popular de esta manzana podrida que 
                significa el Congreso de la Unión. Los intereses de las 
                masas deben ser levantados por ellas en una confrontación 
                directa e insurreccional que sepulte esta vieja estructura y levante 
                el poder popular de un gobierno revolucionario.
 
  
                 
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