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Número
168 de Julio de 2003
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Cuba
y Puerto Rico
en la mira del imperialismo
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Puerto Rico hoy reducido
a colonia del imperialismo yanqui, bajo el manto de Estado integrado,
ha sufrido la explotación y opresión nacional
no sin resistencias, las cárceles del imperialismo guardan
a dignos luchadores sociales, por la independencia nacional.
Hoy las luchas de las masas se acrecientan y manifiestan su
voluntad, y por ello los imperialistas están urdiendo
nuevas maniobras para eternizarse en el territorio. Los imperialistas
buscan confundir a las masas con medidas seudodemocráticas
para sostener a sus lacayos, aprovechándose de la debilidad
y falta de alcances de los programas de independencia nacional
a los cuales es necesario ligar la perspectiva anticapitalista,
por la revolución y el socialismo.
En Cuba los imperialistas de todas partes y especialmente los
yanquis, buscan hacerla un nuevo foco de guerra para apoderarse
de las riquezas de su economía y explotar a sus anchas
a las masas trabajadoras. A los graves problemas de Cuba los
imperialistas están apuntalando esta salida contrarrevolucionaria,
recuperando la isla para hacerla otra vez una colonia.
Aún cuando apreciamos que las medidas económicas
del régimen cubano no han sido las correctas, desde hace
tiempo, para resolver los problemas y lejos de ello, van afianzando
formas de explotación capitalista dentro de la economía
cubana, a su vez acentuadas por la presencia del capital internacional,
abriéndole y otorgándole nuevas y peligrosas concesiones.
Sabemos que la defensa de las conquistas de las masas durante
la revolución cubana frente al imperialismo es un deber
internacionalista, una tarea del proletariado, pero dicha defensa
no puede ser absoluta, está supeditada a que Cuba luche
contra el imperialismo, a que Cuba sostenga sus conquistas para
las masas, a que Cuba abandone el camino de supeditación
al capital internacional, a que el país mejore y amplié
para las masas las condiciones de existencia.
Pese a las malas perspectivas del país y las posibles
salidas que la reacción interna y externa tratarán
de dar en mejores ventajas, estamos convencidos de que la clase
obrera en Cuba necesita de un nuevo partido comunista que afirme
la lucha por la revolución proletaria, que corrija y
purifique al marxismo-leninismo en sus verdaderas implicaciones,
que se entrelace con los comunistas del mundo y no con la socialdemocracia
internacional y los grupos aventureristas de izquierda, que
asimile el lugar histórico de las luchas del pueblo cubano,
que desenmascare el papel del nacionalismo pequeño burgués,
y que combata todas las formas de explotación y opresión
de las masas.
En la cuestión cubana debemos cortar de tajo con respecto
del oportunismo y el nacionalismo burgués y pequeño
burgués que se refugian tras las frases de "unidad
nacional" o "latinoamericana", y se identifican
con un socialismo pequeño burgués arcaico para
las condiciones de hoy en día.
Las condiciones son difíciles para nosotros los comunistas,
pero lo cierto es que no podemos renunciar a la perspectiva
revolucionaria, tenemos nuestras tareas consistentes en reconstruir
el movimiento comunista en el mundo, en poner en claro el papel
de la burguesía y el imperialismo, en elevar el papel
de los principios revolucionarios, en ganar y llevar a las masas
a los combates de clase luchando por desarrollar su nivel de
conciencia en desarrollar nuestra ideología al calor
de los combates contra todo tipo de tendencias oportunistas
y reformistas, en resaltar la cuestión de la toma del
poder y la instauración de la dictadura del proletariado.
La hegemonía estadounidense a nivel mundial coloca a
los pueblos de América Latina en grave situación.
Washington tiene el peso decisivo en la ONU, G7, FMI, BM, OMC,
OCDE, OTAN y la OEA. Las grandes superpotencias están
luchando desesperadamente por hacerse de nuevos territorios
y en este sentido su presencia en Latinoamérica será
causa de nuevos conflictos con el imperialismo norteamericano,
donde desde sus perspectivas nuestros pueblos solo son mercancía.
La socavada soberanía nacional está pasando por
un acelerado proceso de desmantelamiento por convenir mejor
a los grandes monopolios y al capital financiero internacional.
Los imperialistas refuerzan sus métodos de dominación
neocolonial para seguir sustrayendo riquezas de la clase obrera
y el campesinado en América Latina y el resto del mundo.
En América Latina las relaciones de producción
capitalista constituyen el núcleo medular de sustracción
de excedentes, y han llegado a su punto culminante dentro del
sistema capitalista-imperialista, dando pie a la necesaria destrucción
de éste, el capitalismo ya no es garantía para
las masas, como tampoco lo es en sus grandes metrópolis.
La clase obrera en Norteamérica, en medio de la represión
fascistizante, está saliendo a las calles a luchar por
sus intereses reclamando hacer su propia historia consciente,
la clase obrera de norteamérica está llamada a
ser junto a la clase obrera, el campesinado y sectores populares
de toda América Latina, los sepultureros de la monstruosidad
imperialista yanqui y de la putrefacta burguesía latinoamericana.
Nuestros pueblos, que padecen de la situación histórica
de dominación yanqui, que se han visto arruinados por
el esplendor yanqui, que se encuentran con las venas abiertas;
también necesitan el empuje de sus luchas nacionales,
su unidad y la unidad general latinoamericana, la construcción
de sus frentes de lucha y la superación de las derrotas
para levantar de nueva cuenta sus banderas, para empujar la
lucha por la revolución y el socialismo partiendo de
la lucha antimperialista ligada al anticapitalismo, pero sin
menospreciar la unidad con la clase obrera del norte del continente.
La clase obrera de nuestro continente tiene que unir todos sus
esfuerzos tanto para socavar la opresión nacional venida
desde el coloso del norte como la europea, al tiempo que luchar
contra las protuberancias de la explotación en ese gran
centro del capital, para nosotros la batalla consistirá
en engarzar la lucha antimperialista y contra el capital, apoyándonos
en la solidaridad de los proletarios de todo el mundo y apoyando
sus luchas en los grandes centros hegemónicos. El enemigo
de la clase obrera en América es el mismo de un polo
al otro. La lucha de liberación nacional es un punto
en el camino de la revolución proletaria, no un punto
aparte, sólo enarbolando y realizando la revolución
proletaria se garantiza la plena liberación de nuestros
pueblos.
La clase obrera de toda América tiene una enorme responsabilidad
ante los pueblos del mundo, la derrota de los regímenes
fascistoides, el desplazamiento de las formas de explotación
y opresión más descaradas, el derrumbe del imperialismo
yanqui y la amputación de los tentáculos del imperialismo
europeo; y no lo ha de lograr sin romper con la tradición
de traiciones a que se le ha sujetado, sin poner un alto a la
política socialdemócrata pacifista y legal burguesa,
con su acción revolucionaria, con sus amplias manifestaciones,
la huelga y todas sus formas de movilización hasta la
insurrección general.
Y en todo habremos de contribuir a la creación de una
nueva Internacional Comunista (marxista-leninista), que hoy
reclaman las mismas condiciones internacionales, para impulsar
la unidad, y la cohesión de los partidos comunistas,
para dar combate a la ofensiva internacional del capitalismo,
para afrontar las tareas internacionales del proletariado, para
dar sustento organizado y revolucionario a la aplicación
del internacionalismo proletario.
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