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Número
166 de Junio de 2003
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A
fortalecer la Promotora por la Unidad Nacional Contra
el Neoliberalismo
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Los procesos de unidad popular, por hacer confluir
todos los arroyuelos de descontento y lucha en un gran torrente
democrático y revolucionario han resultado, en las últimas
décadas en nuestro país insuficientes y aleccionadores.
Hoy inicia un nuevo proceso unitario, este, con sus condicionantes
históricas, puede ser favorecido como una opción,
en que la historia de la lucha de clases en nuestro país
debe recoger, en la perspectiva de una nueva revolución
popular y en la definición de los cauces e instrumentos
para erradicar el sistema capitalista de nuestro país,
y con ello, instaurar un nuevo proyecto de nación que perfile
el futuro socialista y de libertad para nuestro pueblo. Este proceso
es la Promotora de la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo
(PUNCN).
Quién dota de más y más fundamentos a esta
unidad popular son las propias contradicciones materiales de la
sociedad capitalista en la que vivimos. Su crisis y la proletarización
de las masas, han hecho que cada vez más, las fuerzas populares
de la clase obrera y los sectores arruinados de la pequeña
burguesía vean en un plan común, en las formas organizativas
que de este se tengan que derivar, el arma para arrancar de manos
de la oligarquía la satisfacción material y espiritual
de las necesidades y esperanzas de las amplias masas trabajadoras.
Es indudable, y tiene que ser así, que este proceso de
unida parte de las necesidades del pueblo trabajador y es a él
a quien va dedicada esta propuesta organizativa. Si se quiere
tener un verdadero referente de lucha del pueblo contra la opresión,
son los mismos trabajadores de todos los sectores quienes tienen
que hacer filas en la PUNCN, unir sus luchas, sumar a los que
no están organizados, disponer del rico arsenal de experiencias
que se tiene al confrontar al régimen y, codo a codo, en
los lugares donde el pueblo vive y labora, tejer y conformar la
ofensiva que ha de hacer realidad la defensa de los derechos laborales
y básicos de vida, así como las formas de gobierno
que le han de garantizar esos derechos.
¿Pero en qué se ha de basar esta unidad? ¿Qué
tipo de programa puede recoger en su seno la propuesta unitaria
que los trabajadores han de enarbolar para transformar la sociedad
en su beneficio?
La definición política que resuelva estas preguntas
tiene por lo tanto que garantizar, en estos momentos que el proletariado
y las capas de la pequeña burguesía están
enajenadas y desmovilizadas en su conjunto, un programa de acción
y de objetivos políticos que pongan en movimiento, bajo
propuestas claras la lucha, a bastos sectores populares en la
lógica de la acumulación de fuerzas.
Partimos de que el enemigo común, y en eso no hay discusión,
es el gran capital y la oligarquía financiera que lo representa.
Ellos son, por lo tanto, los objetivos y blancos de la lucha que
tiene el pueblo trabajador. La gran propiedad de la industria,
la banca, la tierra, el comercio, los transportes y medios de
comunicación, etc., permiten la enajenación del
trabajo y con ello la apropiación de la riqueza producida
por los obreros, acumulando de la riqueza en un polo de la sociedad,
el de los dueños de los grandes monopolios; mientras que
por el otro lado, son los productores de la riqueza, los trabajadores,
quienes cada día se encuentran más sumergidos en
la miseria, depauperados hasta la extenuación.
Si este programa de unidad popular no contempla la expropiación
de estas grandes propiedades, las cuales permiten la apropiación
de lo producido por la oligarquía, y por lo tanto, si no
se contempla la socialización y nacionalización
de la gran industria, la banca, la tierra y todos los medios de
producción para erradicar la explotación de los
trabajadores; este programa carecerá de alternativas reales
para mejorar la vida de los trabajadores y sustraerlos de sus
cadenas de explotación.
Un nuevo proyecto de nación pasa forzosamente por un gobierno
de los trabajadores, pasa por entender que este gobierno no será
emanado de un acuerdo o componenda con el Estado, y claro está,
no saldrá de la democracia burguesa. Saldrá de la
más amplia organización y lucha del proletariado
que en unidad con los sectores oprimidos romperá mediante
la insurrección con todo el orden social existente.
Inicia el proceso de unidad, hay que construirlo en cada rincón
popular, con cautela y paciencia, pero hay que hacer que las masas
trabajadoras se apropien de él, y para esto es necesario
un programa político que sea atractivo a las ansias de
emancipación de la clase obrera y de todos aquellos que
son oprimidos por el gran capital. Sin explotar las energías
de estos sectores, sin dotarles de perspectiva clara, de programa;
la PUNCN corre el riesgo de terminar, pese a las condiciones materiales
de peso que le han dado vida, en la tragedia en que han terminado
los pasados intentos de unidad.
Toda la discusión, la convergencia en la acción,
la unidad de las luchas deben ser parte constructora de un programa
definido con al menos estas características que el Parido
Comunista de México (marxista-leninista) y el Frente Popular
Revolucionario proponemos. El más sano anhelo de unidad
debe contener el necesitado debate político-ideológico
para darle firmeza al proceso. No queremos precipitar este proceso
de definición pero si pondremos empeño en que sea
abordado y resuelto el problema de cómo y con que herramientas
estratégicas enfrentaremos la explotación de los
grandes monopolios.
Con la Promotora, nuestro Partido, considera que se empieza a
dibujar una gran Convergencia Nacional de Oposición Popular
al Régimen (CNOPR) en este dibujo, nos trazamos como objetivo
influir en nuevos contingentes de masas con nuestras posiciones,
influir en la promotora con las propuestas de lucha, orientar
a que eleve su nivel de combatividad, promover la fraternidad
entre las masas, aprender de la unidad con otras fuerzas, impulsar
la lucha democrática, potenciar nuestra táctica
de convergencia y profundizar en la agitación, la propaganda
y la organización de la necesidad de la revolución
socialista proletaria y el triunfo de su programa. Para todo esto
debemos participar dentro de sus estructuras sin prejuicios, mejorando
las formas de la lucha ideológica siempre en el espíritu
de contribuir al proceso de unidad de principios.
Por nuestra parte, seguiremos dando la lucha y todo nuestro esfuerzo
porque la unidad sea efectiva y que al neoliberalismo, al capitalismo
y al imperialismo, la unidad proletaria y popular les derroque
y construya así los cimientos del futuro socialista y comunista.
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