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Número 166 de Junio de 2003

 
 

El dominio imperialista sobre México

Los imperialistas todavía no terminan de engullir las riquezas del pueblo iraquí, y ya están acelerando el proceso por afianzar y ensanchar su hegemonía mundial con la presión sobre los pueblos del mundo, desde su nueva posición se incrementan las amenazas de invasión, los bloqueos, los chantajes, los complots y toda su diplomacia del dólar son puestas en juego para tales fines.
Esta nueva posición de presión imperialista aprovecha los cambios que sin duda han acontecido en la fisonomía de México que proyectan un fuerte control del capital internacional y preponderantemente de los oligarcas yanquis. En el plano económico, las finanzas son controladas por los grandes bancos internacionales de Estados Unidos y Europa, la Bolsa Mexicana de Valores depende de Wall Street, la deprimida industria nacional controlada en gran medida por los monopolios extranjeros depende del mercado norteamericano, el comercio exterior mexicano lo controlan de igual forma los yanquis, la gran burguesía nacional se subordina y se funde cada vez más con los oligarcas internacionales perdiendo todo resquicio de identidad nacional como clase, y en consecuencia, en el plano político el aparato estatal adquiere una aguda dependencia con respecto de los imperialistas y un pequeño puñado de oligarcas nacionales. La forma y contenido de la dominación imperialista sobre nuestro país son las del neocolonialismo desenfrenado aunque ello, como ha quedado demostrado en la historia económica del país, también redunde en una mayor acumulación de capital a favor de la gran burguesía mexicana que fortalece su dominio en tanto que fracción más fuerte de la clase dominante en el país.
La inducción de la democracia burguesa de estilo norteamericano y la inducción del plan central de dirección del país desde el espíritu y los intereses imperialistas han calado hondo en la conciencia y el actuar de las clases en el poder que procuran no oponer resistencia seria al imperialismo. Ya no solo el comunismo, sino también el nacionalismo burgués cuando llega a chocar con los intereses imperialistas, es considerado autoritario y combatido para reforzar la voluntad de los grandes monopolios internacionales, colocando en los Estados nacionales a los tecnócratas vende pueblos como los que tenemos en Palacio Nacional, Bucareli, Hacienda, Banco de México, del Trabajo, Relaciones Exteriores..., y como puede verse en estos días con las acusaciones imperialistas contra la manera en que la burguesía nacional se enriquece y controla el país, ésta misma oligarquía nacional es empujada a desmantelar sus estructuras de organización político-económica sin que manifieste una oposición firme.
De hecho hasta la legalidad nacional burguesa pierde terreno frente al capital financiero internacional, para nadie es secreto que así como la política económica la diseñan desde el FMI y el Banco Mundial, hasta algunas cuestiones de la legislación, pongamos por caso, de las industrias en la zona fronteriza en el norte del territorio mexicano se llevan a cabo desde tribunales norteamericanos contando con el respaldo del régimen foxista.
La complacencia y complicidad del régimen y de los oligarcas que lo sostienen (especialmente por la gran burguesía comercial y exportadora) con respecto de las relaciones con Estados Unidos son obvias si tomamos en consideración que Fox y su partido fueron llevados al poder por el capital yanqui a través del parapeto “amigos de Fox”, y que todo lo que hasta ahora ha realizado el foxismo ha sido profundizar las relaciones de dependencia y subordinación con los imperialistas norteamericanos, sosteniendo el TLC y otros mecanismos de la desregulación económica (que permiten la invasión del capital internacional en todos los sectores), agravando las desventajas frente a la burguesía agrícola norteamericana, aminorando los impuestos a la gran burguesía, encubriendo el saqueo que realiza la oligarquía financiera (y no solo a través del IPAB), favoreciendo el comercio desigual, impulsando y poniendo en marcha las privatizaciones en el sector energético, arruinando a los campesinos, invocando en su nombre el Plan Puebla Panamá de conocido origen imperialista.
Para todo esto, desde las tribunas del régimen naturalmente se desorienta a las masas trabajadoras con respecto a los fines, y hasta se predica que se actúa en sentido contrario a lo que son las cosas, lo cual no deja de ser una burla mediocre de una clase incapaz de decir abiertamente sus fines depredadores. Y no faltan los que con toda hipocresía llegan a atribuirle al régimen un sentido patriótico, nacionalista y popular, más en los momentos en que la diplomacia foxista planteó “diferencias” frente al imperialismo con respecto de la guerra en Irak, cuando a todas luces se trató de diferencias de forma para consumar la invasión de aquel país, pues bien claro quedó que en tanto países como Cuba reclamaron la discusión en la ONU sobre Irak, la diplomacia mexicana con toda su verborrea saboteó tales posiciones y junto con Koffi Anan contribuyó a que ese organismo se pusiera, una vez más, a los pies de Estados Unidos. Y el “gran cierre” fue la posición tomada por el régimen en voz de Aguilar Zinser como embajador en la ONU, se tornó de golpe y sopetón en mansedumbre, ajustándose a la política de los imperialistas de hacer de Irak un nuevo protectorado, tal y como ya habíamos pronosticado en números anteriores.
Aunque las diferencias del gobierno foxista no hayan sido del agrado de los imperialistas, México les hizo desde dentro de la ONU un buen servicio. Dichas diferencias estaban marcadas por un vano esfuerzo de negociar a cambio de apoyo, algunas cuestiones de interés para la oligarquía mexicana en relación al comercio, la deuda, inversiones de capital norteamericano, entre otras, y sin lugar a dudas, también jugaron su papel, los cálculos del régimen sobre el impacto de las protestas, en año electoral y en estado crítico de la economía, si se hubiera sumado a los imperialistas en la guerra de rapiña contra Irak, así como sus temores a la parálisis del mercado norteamericano, del que dependemos en un 90% por su obra y gracia.
Las presiones diplomáticas sobre el problema de la pasada guerra les sirven a los imperialistas para acelerar todo aquello con lo que el foxismo ha estado de acuerdo de principio, el control imperialista de los recursos petroleros, del gas y de la generación de energía eléctrica. La discrepancia ha estado para las clases poseedoras de México y Estados Unidos, en lo que se pueda obtener a cambio.
Pongamos por caso la cuestión que los imperialistas sacaron a colación sobre el problema de la migración, fenómeno que se agudiza con los regímenes abiertamente proimperialistas y a consecuencia del hundimiento del país en la crisis económica y la aplicación de las recetas fondomonetaristas que agudizan la miseria de las masas, y hacen de éstas la sexta parte de migrantes en el mundo, con poco más de 8 millones 600 mil mexicanos.
De la migración a Estados Unidos (20 millones de latinoamericanos, cifra oficial muy por debajo de la realidad, y entre ellos 8 millones 500 mil mexicanos, según el Consejo Nacional de Población), los imperialistas son los más beneficiados, pues de golpe adquieren una masa en edad de trabajar sin tener que contribuir a su formación y educación, y para colmo, son los imperialistas quienes precisamente se dicen perjudicados y se desentienden de las cuestiones esenciales del problema.
Los imperialistas son previsores, saben que el número de inmigrantes se incrementará tanto por la crisis en los países latinoamericanos, como por su propaganda reaccionaria del “sueño americano”, y quieren controlar a esas masas sin conceder nada que impida su mejor explotación. Lo que los yanquis no se pueden permitir en este problema, es reconocer los derechos de los proletarios de origen latinoamericano radicados en Estados Unidos, ni asegurar una reglamentación u otras normas laborales eficaces contra la rapaz explotación, pues por ningún motivo desean dar paso a aumentos salariales o condiciones que posibiliten su organización. Del problema de la migración solo les interesa explotarlos más y mejor, crear programas como paliativos y obtener sus votos.
El reparo del régimen foxista es que éste se pretende desentender del problema y dejarlo en manos de los imperialistas, esta política tan despreciable que busca borrar de las listas a varios millones de proletarios, se sustenta en una soñadora expatriación bajo las fórmulas de la “doble nacionalidad”, la “regularización de indocumentados” e “incremento de visas”, donde solo se pueda asegurar el arribo de más dólares gracias a posibles vías institucionales que tendrían que abrirse para el envío de dinero, y así obtener una buena tajada en las transferencias, tener demanda para el consumo de las familias de emigrantes y asegurarse una fuente importante de divisas, según el Banco de México, tan solo en el primer trimestre del año el ingreso de dólares enviados por los emigrantes, 2 mil 741 millones, superó a la cantidad que viene por la inversión extranjera directa, 2 mil 570 millones, y se dice, que las remesas que envían anualmente los emigrantes ascienden a 10 mil millones de dólares. La ironía es, que los emigrantes con su sudor han puesto en tela de juicio la apuesta del régimen en la cacareada inversión extranjera. Bajo estos hechos, ¿Por qué la burguesía y su Estado en lugar de procurar mejores condiciones de vida y de trabajo para nuestros hermanos que tanto aportan al país, insiste en garantizarle al capital transnacional la entrega de los recursos nacionales? Este es el moderno comercio con humanos, la negociación con la fuerza de trabajo.
Los regímenes burgueses en nuestro país hasta nuestros días se han caracterizado por el abandono de los intereses de las masas inmigrantes a merced de los explotadores, opresores y racistas imperialistas norteamericanos, siempre han hecho mofa de las exigencias de esas masas, se han dedicado a hacer declaraciones demagógicas y hasta comerciar con su sufrimiento ante las duras condiciones de existencia y las tragedias que padecen, sin que se den pruebas del más mínimo apoyo a las víctimas y familiares dejándolas siempre en el olvido. (al decir de éstos, “el gobierno no da ni para unos huaraches”, La Jornada, Sobre el caso de los indocumentados muertos de origen veracruzano, 20-05- 2003), o las recientes víctimas en Victoria, Texas, cuyas familias reclaman “estamos endrogados y el gobierno no nos ayuda”.
El problema de la inmigración sirve de pretexto en el eje de la lucha contra el terrorismo para que los imperialistas afirmen su doctrina de seguridad nacional, sin que el régimen tenga muchos reparos, pues solo procura obtener ventaja para la burguesía comercial, el régimen ha cedido sobre el control estratégico de las fronteras, del espacio aéreo, de los mares nacionales, la misma seguridad de las masas queda amenazada con el padrón electoral secuestrado por los imperialistas a través de una empresa privada, y la utilización moderna de bancos de datos sobre la actividad de cada individuo, y, en el ámbito global, el régimen ha cedido sobre el comercio y energía.
Está en disputa para “mejorar” la relación con los imperialistas, el abrir el sector energético hasta ahora reservado mayoritariamente a la burguesía nacional (petrolero, eléctrico, gas), casi nada, solo la columna vertebral de la economía nacional. Fox ahora tiene el pretexto de las presiones imperialistas (entre ellas la del pago de la deuda) para volver a la cargada con su política privatizadora, empujando una nueva reforma constitucional o bien otra constitución entreguista que reacomode el país a los intereses de la oligarquía financiera, reforma de la que ya se habla con insistencia en algunos medios, en la que lo prioritario será, los recursos naturales, inversión de capital extranjero, fuerza de trabajo, educación y soberanía nacional.
Por supuesto que aquí tenemos algunas contradicciones entre la burguesía nacional y los imperialistas, pero más que un si o un no a la privatización, las diferencias, como lo han revelado los oligarcas (Carlos Slim, principalmente) y los monopolios imperialistas interesados, consisten en los porcentajes en que se repartirán las empresas paraestatales, que hoy se inclinan en mayor grado a los monopolios transnacionales.
Las visitas frecuentes de personajes del imperialismo ( Bush padre, Clinton, políticos de primer nivel, asesores, diplomáticos, académicos y demás pasarela), y las presiones del embajador yanqui, que demandan, para la Maratón Oil, El Paso Corp., Sempra, Chevron, Electricitet de France, Exxon y Mobil entre otras, la apertura de la industria petrolera mediante contratos de “servicios múltiples”, la compra de yacimientos petroleros, la hipoteca de los yacimientos de gas natural y la inversión privada en las paraestatales de energía eléctrica; se realizan con el fin de desorientar a las masas en el sentido de que no hay otra alternativa, y de presionar a la burguesía, sus partidos políticos (PAN, PRI, PRD) y su Estado a resolver a favor de los imperialistas. Quien dudase del apoyo perredista a los imperialistas hoy quedará convencido con los aplausos que el PRD ha dado a la diplomacia foxista, y su insistente línea de que es necesario el arribo del capital privado a las industrias paraestatales y en la supuesta defensa de la soberanía nacional como sucedió en el ya comentado caso de “petróleo a cambio de acuerdo migratorio” en el que el PRD, sugirió a Fox “fajarse los pantalones” y luego tras una declaración tibia de “defensa del petróleo” por éste, inmediatamente le brindó su total respaldo, en lugar de defender los derechos humanos y laborales de los emigrantes, aunque en el caso de este partido, se debe decir que su visión de la relación con los imperialistas está más enfocada a fortalecer a la burguesía nacional asegurándole algunas ventajas frente a los imperialistas, en el viejo estilo socialdemócrata, pero, nada es para siempre, y el hecho de que su padrino se llame Carlos Slim y lo consideren un “buen patriota”, da muestras de su creciente derechización. A los socialdemócratas hay que refrescarles la memoria y desenmascarar su simplicidad, Carlos Slim, timonel del grupo CARSO y nuevo recluta del sueño gran burgués de los capitalistas latinoamericanos, es uno de los capitalistas más beneficiados con las privatizaciones y con las políticas económicas proimperialistas, pretende erigirse en el principal controlador del país en contubernio con sus socios yanquis.
La cesión del país, sus recursos, su industria, su mercado interno, su fuerza laboral y sus potenciales a los imperialistas es obra de la burguesía nacional y su Estado, para quienes la alternativa es asociarse con ellos aunque sea en calidad de subordinados, sin importarle la ruina de las masas, algo que hemos constatado sobradamente durante bastante tiempo. La burguesía mexicana funda su seguridad como clase en una política sin principios y sin escrúpulos para saquear al país, en su santa empresa de acumular riquezas.
Mientras que los imperialistas ya ni siquiera se preocupan por ocultar sus intenciones y amenazan con hacer su ley como puedan, la diplomacia mexicana conducida ahora por Derbez, a sabiendas eso, continúa ambientando el escenario para entablar las negociaciones más ruinosas que se hayan podido tener en contra de las masas trabajadoras de nuestro país.
Y por esto la burguesía nacional y el imperialismo quieren crear entre las masas una idea de “inevitabilidad” sobre el proceso de dominación, aberración a la que los revolucionarios tenemos que combatir, puesto que está en sentido contrario a los intereses de las masas y debe ser desmentida en función a la posición antiimperialista y anticapitalista.
En las condiciones actuales no se puede ser simplemente antiimperialista, se tiene que combatir las raíces del problema luchando contra el régimen capitalista, con la acción movilizadora de la clase obrera, el campesinado y las capas populares. La diplomacia burguesa se sustenta sobre la base del poder del capital, y de esta manera, en las componendas que puedan garantizar la acumulación de capitales, para destruir la diplomacia burguesa hay que destruir al mismo capital, nosotros decimos que el internacionalismo proletario debe oponerse a las formas que hoy rigen las relaciones internacionales del imperialismo.
La situación que se está creando exige actuar con determinación en función al programa revolucionario de la clase obrera para unir a las masas. Los pueblos del mundo tendrán que luchar de la mano para fincar nuevas relaciones internacionales de fraternidad.

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