Este
Primero de Mayo se cumplen 117 años de la gesta
heroica de los Mártires de Chicago, de aquella
huelga histórica que tiñó de rojo
el cielo burgués y obligó a los vampiros
capitalistas a poner en sus leyes la jornada legal de
8 horas de trabajo, como una conquista escrita con sangre
del proletariado mundial.
Entre el primero de mayo de 1886 y el de este año,
mucha agua ha corrido bajo el puente.
Sin lugar a dudas, los triunfos y las derrotas que hemos
tenido durante estos 117 años de lucha de clases
sin cuartel, nos posibilitan hacer un balance objetivo,
materialista y dialéctico de nuestra lucha por
un mundo nuevo y una tierra justa, y este es que, aún
en la más profunda oscuridad, en el fondo del túnel,
sobrevive una pequeña luz de esperanza de que es
inevitable el derrocamiento del orden social existente
por la violencia revolucionaria de las masas, que el capitalismo
contiene en sus entrañas su esencia negativa: el
comunismo y a la clase que habrá de empuñar
las armas que le darán sepultura, los esclavos
modernos, la clase de los proletarios.
El comunismo, no es una utopía, no es una fórmula
de curandería social, es, el devenir histórico
en el que se troca el capitalismo en su fase imperialista,
vivimos la época del imperialismo y las revoluciones
proletarias, en donde la revolución es un problema
planteado que espera solución.
Es hora pues, de que comunistas y proletarios lancemos
al mundo un nuevo manifiesto que mantenga la táctica
y la estrategia que nos enseñaron Marx y Engels
y que siguieron al pie de la letra Lenin, Stalin, Jorge
Dimitrov y Enver Hoxha: ¡¡Proletarios de todos
los países, uníos!!
Tenemos mejores condiciones económicas, políticas
y sociales para la agitación y la propaganda roja,
para la organización y la lucha marxista-leninistas
de la clase obrera y sus aliados...
...Así
están las cosas por estos días.