Las grandes causas de la invasión y sometimiento militar
de Irak han quedado más que claras, es la aspiración
de los monopolios norteamericanos e ingleses a controlar el
petróleo iraquí estableciéndose firmemente
sobre su territorio, reforzando su poder político, instalar
bases militares en su territorio y desplegar su expansión
sobre Medio Oriente y Asia Central en la larga guerra económica
imperialista.
El régimen de Husseim, consolidado y apoyado, desde sus
orígenes hasta 1991, por los imperialistas yanquis había
dejado de garantizar la expansión imperialista por las
vías que dictaban, y al mismo tiempo, se estaba convirtiendo
en un referente para posibles convenios de dominio regional
entre las burguesías árabes; por todo esto, a
los imperialistas les resultaba vital destruir su régimen,
la tarea les costó 10 años de sabotaje, un sabotaje
ruin que liquidó a más de un millón de
iraquíes en esa década y que aunado a las políticas
del régimen de Husseim dejó a todo el pueblo en
la miseria.
La “alta política” imperialista hizo un arduo
trabajo, primero se aseguró que por medio de la ONU Irak
no tuviera la más mínima posibilidad de resolver
sus problemas económicos, hoy se sabe que la campaña
“petróleo por alimentos” fue un desastroso
experimento para impedir que Irak utilizara sus recursos económicos;
el bloque angloamericano se aseguró de que ninguna otra
potencia imperialista intervendría en la guerra, e incluso,
les obstaculizó el camino de un entendimiento por aparte,
esto lo lograron por medio de chantajes militares, negociaciones
de mercados y deudas, dejando de hacer ruido sobre las tropelías
de otras potencias, como las de Francia en África, y
Rusia en el Cáucaso, etc.
Lo más difícil para los imperialistas era ocultar
las verdaderas causas de esta guerra, cuestión que no
pudieron lograr sino al precio de costosísimas y sórdidas
campañas de desinformación y manipulación.
La propaganda imperialista se rige por el lema de “di
una mentira mil veces y se hará verdad”, predicaron
la defensa de los valores humanistas, la lucha contra un tirano,
la posesión de armas químicas, la peligrosidad
del régimen de Sadam, la lucha contra el terrorismo,
y de todas estas prédicas no queda nada digno, la inocultable
verdad se hace presente pese al control monopólico de
los medios de comunicación, solo la inmensa cobertura
a las patrañas imperialistas hizo el milagro, sus ideas
se diseminaron, pero su capacidad para convencer por sí
mismas se vio muy limitada.
La verdad de la invasión sale a flote, y los imperialistas
se ven obligados a renovar sus mentiras y a introducirse de
lleno en una política falsa, que pretende ocultar su
naturaleza reaccionaria y la fuente de intereses de todas sus
acciones.
Irak es un punto clave en la escalada imperialista para un “nuevo
orden” conducido por el refrito vulgar que se hace llamar
“Doctrina Bush”, vómito del “Destino
manifiesto” del imperialismo yanqui que dicta su absoluta
superioridad mundial. La guerra económica de las superpotencias
por la hegemonía mundial continúa, aunque ahora
las distancias dan más ventaja al bloque anglonorteamericano,
para pronto, el derecho internacional en sus cuestiones medulares
está siendo “actualizado” a favor del dominio
de este bloque, el armamentismo legalmente favorece a estas
superpotencias, las políticas “humanistas”
dejan de ser atendidas, las nuevas normas de mercado y financieras
serán dictadas en mayor medida por este bloque, las invasiones
militares serán permitidas solo si favorecen su posición
mundial, el control militar sobre el planeta se vuelve una prioridad
para los imperialistas angloamericanos, los países sujetos
a la dominación tendrán que permitir un acceso
incondicional a los monopolios internacionales y especialmente
a los yanquis.
El asentamiento militar, político y económico
de los imperialistas angloamericanos en Irak, a su vez servirá
para controlar a las burguesías de la región y
emprender nuevas guerras incluso con soldados reclutados del
pueblo iraquí. La posesión de Irak está
sirviendo para negociar frente a las otras potencias las nuevas
relaciones de “convivencia” en las que se busca
impedirles disputar la hegemonía, y al mismo tiempo,
descargar sobre ellas, las consecuencias económicas de
la guerra, vía la “ayuda humanitaria”, la
renegociación de las deudas de Irak, el chantaje con
los intereses de monopolios europeos en Irak, el chantaje con
el control político sobre Irak, y el chantaje con agresiones
a Rusia desde Irak. Estos son los verdaderos objetivos, Irak
es usado como pueblo conquistado para recomponer el mapa de
la dominación imperialista dándole primacía
aplastante al imperialismo norteamericano.
En lo corto, los imperialistas negocian los términos
para destrabar sus mismas normas que impedían la venta
libre del petróleo iraquí, golpear a la OPEP con
la saturación de los mercados mundiales con petróleo
iraquí, abaratar el precio del petróleo, y para
ello nuevamente hablan de una ONU reorganizada, grotesco pero
real. Esto abre las puertas de la política imperialista
europea en las cuestiones en común como la rapiña
de los recursos de Irak y los contratos de reconstrucción.
Irak se está convirtiendo a pasos acelerados en un protectorado
anglonorteamericano (con sus disputas internas por supuesto),
donde la voz de mando la llevan los grandes monopolios, los
hombres designados para fungir de Cónsules como a la
usanza romana son gente estrechamente vinculada a las siete
hermanas del petróleo, a las empresas de armamentos y
a los grandes bancos, son empleados de primer nivel y además,
inversores en dichas compañías, tales son los
héroes de la “reconstrucción y asistencia
humanitaria”.
Entre tanto, los imperialistas europeos tejen nuevos escenarios
de concentración y centralización monopólica
continental, aprovechan el tiempo para “integrar”
a otros países a su Unión Europea, países
que fungen como abastecedores de mano de obra barata y como
mercados para expandir sus capitales gracias a la desregulación
de sus economías, esos nuevos pueblos esclavizados de
por sí, pero ahora sujetos a las políticas de
la oligarquía financiera europea son Hungría,
Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia,
Letonia, Lituania, Malta y Chipre. Se trata de países
donde también los imperialistas yanquis tienen grandes
intereses económicos, militares y estratégicos
por su ubicación, y que al ingresar a la Unión
Europea generarán nuevas disputas por el dominio de los
mares, territorios y sus mismas economías.
La guerra económica de los monopolios para “resolver”
los graves problemas a que se enfrenta el capital está
llevando al mundo a nuevas guerras de naturaleza imperialista,
a peores condiciones de miseria, a la destrucción de
las pocas conquistas que les quedaban y al exterminio de pueblos
enteros.
Los imperialistas de todo el mundo, en función de sus
intereses, pretenden agotar física y espiritualmente
a los pueblos, quieren hacerles creer que son su única
alternativa, esto lo refuerzan gracias a la complicidad de las
burguesías nacionales, que han renunciado a la defensa
de los intereses de sus países o que cuando lo hacen,
o están negociando por debajo de la mesa o son inconsecuentes
con sus prédicas, cuánta razón tenía
Stalin al decir que tocaba a los comunistas llevar hasta sus
últimas consecuencias la lucha antiimperialista y revolucionaria
del proletariado mundial y no a las burguesía. La política
internacionalista y revolucionaria del proletariado debe abrirse
en estos escenarios para cambiar todo el trasfondo de la historia
humana y sentar las bases de la emancipación.