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Número
162 Diciembre de 2002 |
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GIULIANI
EN EL DF |
la derecha y la socialdemocracia se toman de la mano |
El
Gobierno reformista de Andrés Manuel López Obrador,
a través de la Secretaría de Seguridad Pública,
invitó al ex-alcalde de Nueva York, el señor Rudolph
Giuliani, a venir al Distrito Federal para ayudar a combatir la
delincuencia, ya que en Nueva York implementó un programa
“exitoso” (a decir de la burguesía) llamado
“cero tolerancia”. Pero, ¿Cómo se combatió
la delincuencia?, ¿Cuáles son sus causas?, ¿Qué
consecuencias tuvo el programa “cero tolerancia” en
la ciudad de Nueva York?, ¿Qué relación existe
entre la inseguridad y las condiciones económicas, la crisis
capitalista y la lucha de clases? Veamos.
La delincuencia es un síntoma de descomposición
de la sociedad capitalista. Al ser una sociedad dividida en clases,
las ideas sobre inseguridad y delincuencia promovidas en los medios
de comunicación, corresponden a la clase dominante; es
decir, es inseguridad para la burguesía, para sus inversiones
y negocios; es delincuencia porque se ataca la piedra angular
del capitalismo, la propiedad privada. Esto sin dejar de lado
que la clase obrera también se haya bajo esta influencia
y, de hecho, se ve afectada por los asaltos y robos del lumpenproletariado,
clase social que no vive de su trabajo, y a final de cuentas,
sirve a la burguesía en los momentos más álgidos
de la lucha de clases. Pero pese a todo, ¿De cuándo
a acá, la burguesía se preocupa del bienestar de
las masas? Como en muchos otros aspectos, intenta hacer pasar
sus intereses por los de toda la sociedad. La burguesía
arma y adiestra a los cuerpos represivos (ejército, policía,
espías, paramilitares, etc.) para someter a la clase obrera.
La “fuerza pública” tiene un carácter
de clase, está para salvaguardar la sacrosanta propiedad
privada y el orden social capitalista. ¿Qué propiedad
necesita que le cuiden un obrero que vive al día, en cuarto
de vecindad rentado, sin más bienes que algún viejo
radio? ¿Para esto se necesita un ejército armado
hasta los dientes, agencias de inteligencia y armamento pesado
antimotines? Todo esto se necesita para que la clase dominante
esté segura de sus intereses, de mantener el status quo.
Para que en los enfrentamientos clasistas (huelgas, plantones,
marchas, tomas de edificios públicos, etc.) se pueda imponer
“el orden”, es decir, que todo siga igual.
En el caso de Nueva York, una de las ciudades más importantes
de los Estados Unidos, que tenía incluso mayores índices
de delincuencia que el Distrito Federal; se implementó
el programa “cero tolerancia” como medio para hacer
de esta ciudad un lugar “seguro”. Desde la alcaldía
y a través de los cuerpos represivos se empezó a
implementar este programa. Cuando revisamos en qué consiste
es cuando más salta a la vista su carácter de clase.
Por ejemplo, este programa busca combatir la delincuencia “desde
abajo”, esto es, ataca los pequeños delitos y pequeñas
faltas en la vía pública. Con medidas prácticas
tales como detener a gran escala a los limpiaparabrisas, “limpiar”
de pordioseros las calles, detener a personas de aspecto “sospechoso”
(pobres) y preguntarle sobre “su modo honesto de vivir”,
sancionar severamente las faltas de tránsito, entre otras
más. En otras palabras, el “cero tolerancia”
combate al pueblo. Ningún rico va a ponerse a limpiar parabrisas
o pedir limosna. Más exactamente, esto sucede por la crisis
capitalista, por el desempleo y los bajos salarios. Esta archicomprobado
que a mayores dificultades económicas, mayores índices
de criminalidad. En los pasados días, los mismos noticiarios
burgueses daban cuenta de que los asaltos y robos en el Distrito
Federal eran cometidos cada vez más por adultos mayores,
es decir, gente mayor dedicándose a la delincuencia, ¿a
qué se debe esto? Sin duda a la falta de oportunidades,
la esencia del capitalismo, cuando no se le puede extraer plusvalía
a una persona, se le deshecha. Los asesores gubernamentales con
sueldos millonarios no se dan cuenta, según ellos, de esta
lógica relación. Nada hace este programa por atacar
a los grandes narcos, a los delitos financieros propios de la
burguesía tan frecuentes en nuestro país (de “cuello
blanco”). Al igual que la polémica sobre la seguridad
en los bancos, se trata de cuidar de los grandes intereses de
los ricos reprimiendo a los pobres. Y por si esto fuera poco,
no es la primera vez que se busca implementar este programa en
México. Por lo menos en Baja California ya se intentó
hace algunos años. En Tijuana, se aplicó el “cero
tolerancia” con redadas policíacas en los barrios
populares, deteniendo en masa a jóvenes sin identificación
(sin comprobar a qué se dedicaban), incrementando las multas
y saturando las cárceles preventivas de gente pobre; mientras,
los narcos florecieron y se fortalecieron con la misma protección
de la policía y la complicidad del gobierno. En este marco
represivo se da el asesinato del zapatista Cosme Damián
ahorcado por la policía en la cárcel hace tres años,
y fue el “programa piloto” seguramente de medidas
como el toque de queda en Tecate.
Pero incluso, en la misma ciudad de Nueva York este programa enfrentó
severas protestas de organizaciones sociales y de derechos civiles
(derechos humanos). Aumentaron los hechos de brutalidad policiaca
e impunidad. Resalta el caso de un inmigrante haitiano que fue
detenido injustamente, sometido, golpeado y violado con un palo
de escoba por varios policías. Todo sin contar que la policía
de Nueva York es de los departamentos más salvajes y corruptos
de los Estados Unidos.
Pero la propaganda burguesa es más fuerte que la verdad.
Ahora Giuliani y sus asesores son casi héroes del “american
lifestyle”, por salvaguardar los intereses capitalistas.
Pusieron su propia agencia privada que ayudará a “gobiernos
en problemas”, bajo el nombre de Giuliani Partners, y en
sociedad con Ernst & Young, venderá consejos para garantizar
tranquilidad a los ricachones: “Vamos a recrear en el sector
privado la relación estrecha, eficiencia y efectividad
que tuvimos en el gobierno”, declara Giuliani. También
dará discursos a empresas privadas sobre seguridad (que
costarán unos 100,000.00 dólares cada uno), y escribirá
un libro de negocios y su autobiografía, por lo que ya
recibió tres millones de dólares.
El Gobierno socialdemócrata del Distrito Federal contribuirá
también a la economía de Giuliani, ya que le pagará
más de lo que les premia a sus propios policías.
Por ejemplo, al dar reconocimientos a policías con más
de treinta años de servicio, se les entregaron cheques
por tres mil pesos, que equivalen a unos 23 centavos diarios;
mientras que el superman Giuliani recibirá por lo menos
4 millones de dólares (unos 110 mil pesos diarios). El
Gobierno perredista argumenta que esto no será un gasto
excesivo, que la seguridad lo vale, y que además un patronato
de empresarios pagará parte del programa. ¡No faltaba
más! ¿Qué más pueden hacer los más
beneficiados del programa económico de la burguesía
que garantiza sus superganancias, entre ellos por supuesto el
“amigo” de los perredistas, Carlos Slim?
¿Qué la delincuencia bajó? Con el estado
de sitio también bajaría, cuando se detenga a todo
aquél que se atreva a salir a la calle como sucedía
en el fascismo. El punto es que se atacan los efectos del capitalismo
nocivos para la burguesía, no para el pueblo. Pero ni los
sangrientos gobiernos fascistas, ni las dictaduras militares han
podido detener la lucha organizada de la clase obrera y todo el
pueblo. Con Giuliani o sin Giuliani la desigualdad social seguirá,
y con ella las contradicciones propias de este sistema de explotación;
lo que nos debe ocupar no son aspirinas marca Giuliani para el
cáncer capitalista, sino organizar la solución radical
para el proletariado: la Revolución Socialista. Esa debe
ser nuestra tarea.
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